Nos conocimos hace algunos años en un curso de la universidad seguramente, nunca hablamos y solamente tuvimos alguna mirada furtiva que se escapaba a veces cuando uno de los pasillos de la universidad se volvía estrecho y debías de ver a la persona que tenias que esquivar.
Pasaron algunos años y las casualidades de la vida nos llevaron a trabajar en la misma empresa, el con un ISP importante del país y yo con una pequeña empresa que brinda los servicios, nuestra relación comenzó por el intercambio de algunos correos, el chat, algunos almuerzos y una que otra salida cordial. El tiempo pasó y poco a poco nos comenzamos a buscar más, a frecuentar, el chat se hacia pequeño para esas grandes platicas con temas tan simples que nos llevaban siempre jugando de uno en uno, los sentimientos comenzaron a surgir y entonces nos encontramos un día en el mismo lugar con las circunstancias del tiempo a nuestro favor, nuestros ojos jugaban a delatarnos y entonces con una voz suave y algunas palabras que a penas logró articular: ¿novios?.
Los meses fueron transcurriendo y poco a poco el apego fue notorio en el circulo laboral, al salir del trabajo nos tomamos un tiempo para los dos, a veces vamos a cenar, a veces al teatro, a bailar, al cine o a mi casa; alguna memoria tengo de la primera vez que fue a mi casa, se que estaba nervioso pero yo estaba segura que alguien como él es la persona indicada para que mi familia se sienta tranquila, especialmente mi mamá y así fue, lo aceptaron y hemos compartido muchas veces cocinar juntos, ver una película acurrucados en el sillón mientras compartimos unos poporopos y compartimos un poncho, allí mismo donde el juego de nuestras manos bajo las sábanas y una que otra vez hemos corrido el peligro que nos encuentre alguien mientras hacemos el amor. Mi cama ha sido testigo de algunas noches cuando me deja durmiendo y luego desaparece y otras donde su olor se queda entre mis sábanas.
Hemos viajado algunas veces, a la Antigua algunos fines de semana a observar el paisaje y poder compartir algunos gratos recuerdos compartiendo una cerveza o una copa de vino, nos hemos ido un fin de semana al lago a disfrutar de nuestro amor con una noche de fiesta y un día para los dos disfrutando de la naturaleza, hemos ido a un parque de diversiones a darnos apoyo mutuo en los juegos ¡vaya que es ansioso!.
Sobre su familia, hace algunos años el migró a la capital solo y no conozco a su mamá, pero de lo que si estoy segura es que si algún día la conozco como toda buena suegra no sera una primera buena impresión, prometo llevar las uñas despintadas y recortadas aunque eso me garantizaría un 5% de aceptación como máximo.
De nuestros amigos, muchos ya saben que somos novios y hemos compartido algunas salidas, al final mis amigos han visto que soy feliz con él y pienso que ya lo ven como un amigo, sobre sus amigos no se que piensen pero no tengo ningún problema con ellos, confío en él y no me molestan sus salidas a divertirse porque tampoco quiero cambiar su vida.
Hemos tenido algunas peleas leves pero nada que nos haya hecho modificar el amor que nos tenemos, supongo que son cosas que hemos aprendido y los dos sabemos complacernos en la medida de lo racional, no somos perfectos pero mágicamente nuestra relación es mas que buena.
Estoy enamorada, pienso que el tiempo debe de seguir transcurriendo pero si existe un amor de mi vida, ruego a todo el universo por que sea él, mi castillo en el aire.
Algún día en nuestra próxima vida llegaremos a tiempo o tal vez en el futuro simultaneo ya lo estamos.
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Recuerdo también aquel día que salimos los 3 del bar de siempre, tu, yo y una botella de vino de la cual cada quien llevaba dentro de sí su mitad, la mitad chiquita tu y la mitad más grande yo.
ResponderEliminarNo es que lo necesitemos para podernos disfrutar pero ese día nos preparó el camino, aguzando los sentidos, más bien concentrándolos en lo importante: apreciar tu belleza a pesar de la poca luz, sentir tu olor por encima del humor a cigarro y smog, sentir tu piel a través de tu ropa, buscar el sabor de tus labios y lengua sin importar quien nos estuviese viendo y, aunque no me lo creás, escuché los gemidos que reprimías y no dejabas salir para no exponerlos como inoportunos.
Pues, fue así que, con mis 5 sentidos puestos en tí, no recuerdo detalles del camino hacia tu casa. Pero recuerdo eso sí el momento de llegar. Quisiera decir que se activó mi sexto sentido, pero no, fue el miedo el que me secó la boca, escuché el ruido de la llave al entrar en la cerradura, me pareció que había mucha luz dentro y tu mamá podría descubrirnos, percibir nuestras calenturas y oler nuestra ansiedad.
Tú, valiente como siempre, me arrastraste hasta tu cuarto, me buscaste un lugar seguro, cerraste y la puerta y entonces volví a respirar. Regresaste a buscarme, yo te esperaba inmóvil, aunque la rigidez esta vez ya no era de miedo. Me dejé encontrar y te dejaste desvestir. Nos metimos a la cama con menos ruido que ropa, me abrazaste con las piernas, apreté tu cintura y te penetré suavemente, una y otra vez, y otra vez, nos besamos suavemente una y otra vez, y otra vez. Tus nalgas ardían, tus pechos palpitaban y tu clítoris vibraba. Te acaricié por dentro hasta "acabar" gritando en el más completo silencio, meciéndonos en reposo, buscando nuestras miradas en la oscuridad.
El orgasmo simultáneo nos dejó sin sentido por unos momentos, nos tomó tiempo caer en la cuenta que lo habíamos logrado, llegamos juntos y sin ser detectados.
La salida me resultó más fácil, estaba tan cansado que no me quedaba energía para emitir ningún sonido ni señal que alertara mi presencia.
Tuvo que ser así, viví para escribirlo.