El lugar es lo que menos les importaba cuando estaban juntos y podían demostrarse el amor mutuo, él la abrazaba por la cintura mientras plantaba besos sobre su mejilla y los labios, la acariciaba y hacia que su cuerpo se estremeciera y comenzara un incendio que solamente él sabia como terminarlo.
La habitación tenia una decoración moderna, luz blanca y una tina, todo acomodado para ser un nido de amor y de pasiones. Entraron al lugar y pronto comenzaron a despojarse de su ropa, como aquellos amantes que se conocen de hace mucho. Se acomodaron en la cama con la ropa interior aun puesta y una sábana que a penas lograba cubrirles la piel, se abrazaron y comenzaron a besarse despacio mientras sus manos buscaban el camino hacia sus zonas eróticas. La ropa que aun quedaba comenzó a estorbar y la hicieron caer, continuaron dándose algunos besos y caricias, el se colocó recostado en la cama dejando su pene a merced de ella, sus labios comenzaron a recorrer su cuello y haciendo un camino hacia su pene, donde pudo sentir su aroma por unos segundos y luego comenzar a mojarlo con unos besos y chupadas, bajo a sus testículos y los saboreo lentamente pero luego regresó a su miembro erecto, él desesperó y necesitaba cogerla. Se abalanzó sobre ella y con la mirada penetrando en sus ojos, mostrando alguna clase de desprecio y autoridad introdujo su pene en su vagina y con movimientos lentos comenzaron a llenarse de placer, ella aferrándose a su espalda y él buscando sus pechos para morderlos, en algunas ocasiones sacaba su pene para rozarle su clítoris y regresar a las penetraciones con mayor intensidad. Las piernas comenzaron a tensarse, sus pechos se pusieron mas duros y comenzó primero a aferrarse a su espalda y luego a las almohadas de la cama hasta que con un gemido logró irse y dejarse en los brazos de su amante, él rápidamente saco su pene y esparció todo su semen en la boca de ella y en sus pechos hasta dejar allí su ultimo suspiro.
Se quedaron en la oscuridad por unos minutos abrazados como si fueran uno, ella hundió su cabeza en sus brazos y las piernas hacían un lazo difícil de separar, por momentos se daban alguna caricia, un beso o una cosquilla, sonreían y se amaban como si en su vida siempre hubiese sido ese su destino, aprender a amarse en la oscuridad.
Tenían planeado ir a escuchar trova, salieron del lugar y se encaminaron hacia un famoso bar de la ciudad, llegarían unos amigos de él y entonces ella podría conocer un poco de su mundo, ese que es tan desconocido y que protege celosamente. En el lugar ordenaron una botella de vino carmenare Santa Rita, un vino chileno un poco seco y algo de comer porque después de una faena de sexo era necesario recuperar energías. La noche transcurrió entre canciones, copas de vino, sus amigos, una que otra mirada y besos que se les escapaban de vez en cuando, como dos adolescentes intentando esconder un amor que siempre ha sido libre. Ella podía observarlo, ver sus brillantes ojos y oscuros que ama, sus rasgos a la luz de una vela y la luz tenue que intentaba alumbrar el lugar, la noche estaba por llegar a su final.
Salieron del lugar tomados de la mano y seguramente mas enamorados que unas horas antes, ella a su lado siempre se siente protegida, amada, feliz y con ganas de que esa noche en la que les dieron las diez y las once después las doce y que no hubiese acabo para poder llegar a la una, las dos y las tres y si el tiempo hubiese sido un poco mas permisivo, el destino menos cruel y la vida a tiempo esa noche hubiese terminado en una habitación donde el amanecer solo hubiese sido el comienzo de una nueva memoria en su alma.
Esos amantes, continúan con su amor, no ha sido la primera historia ni sera la ultima noche. Ella te ama ¿le puedes poner titulo?.
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La noche que durará para siempre
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