Un 24 de noviembre inició la historia más bonita de mi vida y la vida que sigo viviendo.
Sus labios se juntaron con los míos, su mano acariciaba mi mejilla y yo me derretía en el asiento del copiloto. A pesar de saber que era una aventura para él mi mariposas se soltaron en el estómago, no podía separarme, hubiese podido pasar toda la vida ahí, besándolo.
Los días pasaron y nuestra relación buscó el espacio, el tiempo y el lugar para continuar, nuestro amor que al principio se disfrazó de una aventura. Yo por un lado buscaba estar cerca de él, necesitaba su atención y la obtenía, él por su lado buscaba la excusa para que yo la demandara.
Compartimos más que la cama, más que un almuerzo y más que un chat que me limitaba a imaginar su voz mientras lo leía, compartimos sueños y esperanzas en un amor que se esforzaba por ocultarse pero que al final decidió instalarse hasta el día de hoy.
Me enamoré con cada característica suya que iba descubriendo y que era tan "lo que yo quiero", me enamoré al ver sus ojos y sentir que me consumía por dentro, al sentir la necesidad de sentirme suya, me enamoré porque seguramente siempre fui suya y él siempre fue mio.
Aun después de todo esto me sigo preguntando ¿cómo no me iba a enamorar de él?
Hasta la fecha hemos compartido más que 19 meses, mucho más que 3 noches juntos porque aunque nunca lo he tenido en mi cama cada noche lo extraño y lo imagino ahí, conmigo porque seguramente en sus brazos ya no pasaría frío. A veces lo encuentro en mis sueños y otras es él quien me encuentra en los mios.
¿Sus defectos? esos no son importantes, he aprendido a amarlos también. Él ha hecho que lluevan recuerdos en mi alma y que mis ojos se mojen de felicidad.
Me enamoré de él porque fue una tarde de noviembre cuando decidimos dejarnos de cuentos y pasamos a hacernos vida inventando la excusa de una coincidencia en esta vida.
TAG
Sus labios se juntaron con los míos, su mano acariciaba mi mejilla y yo me derretía en el asiento del copiloto. A pesar de saber que era una aventura para él mi mariposas se soltaron en el estómago, no podía separarme, hubiese podido pasar toda la vida ahí, besándolo.
Los días pasaron y nuestra relación buscó el espacio, el tiempo y el lugar para continuar, nuestro amor que al principio se disfrazó de una aventura. Yo por un lado buscaba estar cerca de él, necesitaba su atención y la obtenía, él por su lado buscaba la excusa para que yo la demandara.
Compartimos más que la cama, más que un almuerzo y más que un chat que me limitaba a imaginar su voz mientras lo leía, compartimos sueños y esperanzas en un amor que se esforzaba por ocultarse pero que al final decidió instalarse hasta el día de hoy.
Me enamoré con cada característica suya que iba descubriendo y que era tan "lo que yo quiero", me enamoré al ver sus ojos y sentir que me consumía por dentro, al sentir la necesidad de sentirme suya, me enamoré porque seguramente siempre fui suya y él siempre fue mio.
Aun después de todo esto me sigo preguntando ¿cómo no me iba a enamorar de él?
Hasta la fecha hemos compartido más que 19 meses, mucho más que 3 noches juntos porque aunque nunca lo he tenido en mi cama cada noche lo extraño y lo imagino ahí, conmigo porque seguramente en sus brazos ya no pasaría frío. A veces lo encuentro en mis sueños y otras es él quien me encuentra en los mios.
¿Sus defectos? esos no son importantes, he aprendido a amarlos también. Él ha hecho que lluevan recuerdos en mi alma y que mis ojos se mojen de felicidad.
Me enamoré de él porque fue una tarde de noviembre cuando decidimos dejarnos de cuentos y pasamos a hacernos vida inventando la excusa de una coincidencia en esta vida.
TAG
por ti puedo inventarme un millón de excusas más si es necesario
ResponderEliminar