Un 24 de noviembre inició la historia más bonita de mi vida y la vida que sigo viviendo. Sus labios se juntaron con los míos, su mano acariciaba mi mejilla y yo me derretía en el asiento del copiloto. A pesar de saber que era una aventura para él mi mariposas se soltaron en el estómago, no podía separarme, hubiese podido pasar toda la vida ahí, besándolo. Los días pasaron y nuestra relación buscó el espacio, el tiempo y el lugar para continuar, nuestro amor que al principio se disfrazó de una aventura. Yo por un lado buscaba estar cerca de él, necesitaba su atención y la obtenía, él por su lado buscaba la excusa para que yo la demandara. Compartimos más que la cama, más que un almuerzo y más que un chat que me limitaba a imaginar su voz mientras lo leía, compartimos sueños y esperanzas en un amor que se esforzaba por ocultarse pero que al final decidió instalarse hasta el día de hoy. Me enamoré con cada característica suya que iba descubriendo y que era tan "lo que yo quie...